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viernes, 26 de diciembre de 2008

Ética, universalidad y pedagogía

El hombre es y debe ser un homo ethicus. Defendemos, junto con pensadores como José Antonio Marina, que la culminación de la inteligencia es la ética, pese a que la mayoría piense en la ciencia para este pódium. Nuestro gran reto vital como seres es desarrollar unas virtudes personales y sociales que nos hagan evolucionar como especie. Y nos referimos a virtudes en su justo término ético laico, sin connotaciones religiosas. Son cualidades esenciales que puede desarrollar todo hombre y que le permiten ser y actuar en armonía consigo mismo, con los demás y el mundo.
Si la ética está en la esencia del hombre, hay que buscar una ética como especie, una ética universal que supere la parcialidad cultural y local. El camino es la interculturalidad. La universalidad es el horizonte de la moderna racionalidad. El hombre y la humanidad deben aspirar a ser más. La ética es el medio. Todas las tradiciones de sabiduría en el mundo defienden que el propósito de la vida es el ejercicio de las virtudes.
La educación es muy importante en el cultivo de las virtudes universales. Ayudar a desarrollar las virtudes en los demás es un reto pedagógico complejo y nada fácil. La crisis actual de valores es síntoma de que a bastantes padres y profesores les falta suficiente sabiduría y conciencia de sus virtudes. Es difícil enseñar lo que no se vive, lo que no se es. Existen varias metodologías humanistas que enlazan la pedagogía con la psicoterapia. En este camino están el Proyecto Virtudes, la Fundación Claudio Naranjo y la organización Valores para Vivir. Nuestra fundación anda por aquí.

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