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viernes, 26 de diciembre de 2008

Pedagogía de la dificultad

Generalmente cuando alguien no consigue lo que quería lo llamamos fracaso y la reacción típica es la frustración. Un ejemplo podría ser que nuestra fundación acaba de enterarse de que Celtas Cortos no puede venir el día 10 al concierto en valores que estábamos organizando. En el mundo educativo hablamos del fracaso escolar y de estudiantes que suspenden, que repiten, que no terminan los estudios.
Detrás de este problema existe una serie de causas. Hoy queremos centrarnos en la falta de una pedagogía para afrontar y superar las dificultades, para evitar la frustración. Parece que las nuevas generaciones no están educadas para los problemas porque consiguen casi todo lo que quieren con relativa facilidad. Esto es típico de sociedades con buen nivel económico. Sin embargo, los padres y los profesores sabemos que la vida está llena de dificultades y más en momentos como los actuales.
Debemos hacer una pedagogía de la dificultad, educar en el esfuerzo, en la fuerza de voluntad. Merece la pena porque las dificultades son un reto y una oportunidad para el crecimiento personal. Casi todos los problemas tienen solución. Casi todas las dificultades, aunque al final parezcan un “fracaso”, permiten una salida, una oportunidad de mejorar, de que los objetivos se cumplan, aunque no lo haya conseguido a la primera. En este sentido, suspender y repetir no son un fracaso, son una oportunidad para poder aprender más y mejor. No acabar los estudios es una oportunidad para acceder a al mundo laboral y hacer algo que te gusta. En fin, todo depende de cómo los supuestos fracasados aprendan a enfocar las dificultades.
ALFONSO ALCALDE

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